Inseguridad política, derrumbamiento de la economía mundial y miseria en tiempos de guerra: En sus más de 200 años de historia, GF ya ha atravesado y superado diversas crisis con valor, solidaridad y decisión.
Buscar nuevas vías, mantenerse unidos y aprender para el futuro en las crisis: esta es la actitud que GF ha interiorizado a lo largo de sus más de 200 años de existencia. Justo después de la II Guerra Mundial, el entonces director de GF, Ernst Müller, ordenó a los empleados que recopilaran en un archivo de la planta documentos sobre la superación de crisis previas a fin de extraer conclusiones importantes para el futuro.
Un ejemplo de la pandemia actual demuestra que GF ha aprendido de crisis pasadas. Cuando el coronavirus se detectó en China y los artículos de protección empezaron a escasear rápidamente, GF suministró a principios de febrero a los compañeros de China 40 000 mascarillas de su almacén en Schaffhausen (Suiza). El almacén existía desde 2006. En aquel entonces, el virus H5N1, conocido como gripe aviar, mantenía en vilo al mundo. GF creó un comité de pandemia a nivel corporativo, que, entre otras cosas, ordenó la construcción de un almacén con artículos de protección para poder afrontar crisis futuras. Esta medida preventiva ha ayudado ahora a los empleados chinos a superar el cuello de botella. Dos meses más tarde, cuando la pandemia ya se había extendido por todo el mundo, también ellos se mostraron solidarios y abastecieron a sociedades de GF en Europa, América del Sur y del Norte, así como del resto de Asia, con un total de 120 000 mascarillas.
Con solidaridad y cohesión, GF ya ha superado con éxito muchas épocas de crisis a lo largo de su larga historia. Globe describe a continuación cuatro de ellas: la fundación en tiempos de incertidumbre a principios del siglo XIX, la precaria situación tras la I Guerra Mundial, la crisis económica mundial a principios de los años 1930, y la posguerra tras la II Guerra Mundial.
Los años en torno al 1800 en Europa estuvieron marcados por revoluciones y guerras y por la política francesa de expansión bajo Napoleón Bonaparte. No eran circunstancias propicias para fundar nuevas empresas, pero un forjador de cobre de 29 años de Schaffhausen lo vio de otra manera. Se trataba de Johann Conrad Fischer, que en 1802 abandonó la protección y la seguridad de la pertenencia a un gremio y, con valor y espíritu pionero, creó una fundición de acero fuera de la ciudad suiza de Schaffhausen, ya que esto le permitía experimentar con la tecnología de la fundición de acero más allá de las normas establecidas por los gremios artesanales.
Para la expansión de la empresa fueron fundamentales la creación de una red internacional y el intercambio de información con otros investigadores y científicos. Una vez se levantó el bloqueo continental, un bloqueo económico contra Gran Bretaña y sus colonias decretado por Napoleón en 1806, Johann Conrad Fischer aprovechó la coyuntura favorable y viajó a diferentes países, entre ellos Inglaterra, para establecer allí una red empresarial y captar nuevos clientes para sus productos y tecnologías. Su espíritu emprendedor y sus ganas de viajar se vieron recompensados.
Johann Conrad Fischer nació en 1773. Tras cursar estudios, pasó a ser aprendiz de su padre, que era forjador de cobre. Al término de su aprendizaje (aquí se ve un ejemplo de certificado de oficial de la época), empezó a realizar una serie de viajes que le llevaron por los reinos y principados alemanes, por Escandinavia e Inglaterra. En 1794 regresó a Schaffhausen (Suiza) y se hizo cargo, en un principio, del negocio de su padre.
En 1802, Johann Conrad Fischer compró en Mühlental, a aproximadamente 1,5 kilómetros de la ciudad de Schaffhausen, un antiguo molino de hierbas y lo transformó en una fundición de acero, el fundamento de la actual empresa GF. La ubicación fue una elección consciente, ya que allí podía experimentar con la tecnología de la fundición de acero fuera de los gremios artesanales.
Redes en el siglo XIX: el zar ruso Alejandro I visitó la fundición en Mühlental en enero de 1814 junto con su hermana, la gran duquesa Catalina Pávlovna, como muestra el dibujo de la época. El anfitrión, Johann Conrad Fischer, rechazó la oferta del zar de afincarse en Rusia.
A pesar de las difíciles condiciones, Johann Conrad Fischer viajó ese mismo año a Inglaterra pasando por París. Se embarcó en el largo viaje, que con carruaje y barco duraba unas dos semanas, por un lado con fines de estudio, dado que, en Inglaterra, la Revolución Industrial ya había provocado grandes avances en la vida económica, y, por otro lado, para captar nuevos clientes, justo después de la reapertura del mercado inglés tras el bloqueo continental. Johann Conrad Fischer recogió sus impresiones y experiencias en un diario (aquí se ve una edición impresa de 1816).
Otros viajes prolongados llevaron a Johann Conrad Fischer a Francia, Alemania y Austria, donde, con los años, fue abriendo otras plantas propias junto a sus hijos (aquí mostramos un original de apuntes hechos a mano durante una visita al archiduque Juan de Austria en el año 1826).
El trabajo en la fundición de acero de Mühlental era duro y físicamente exigente. Los trabajadores se protegían del el calor y los vapores con máscaras y guantes, como recoge este dibujo de los años 1840.
Johann Conrad Fischer murió en 1854, a los 81 años de edad. Según cuentan, él decía que la avanzada edad que había alcanzado se debía a que los vapores metálicos que había aspirado a lo largo de su vida le habían fortalecido.
I Guerra Mundial: economía de guerra y crisis de abastecimiento
La I Guerra Mundial sacudió Europa de 1914 a 1918. La población sufrió una crisis de abastecimiento y alimentaria, sobre todo durante los últimos años de la guerra. Los precios de alimentos básicos, como la leche o el pan, subieron de forma desmedida. También los trabajadores de GF vivían en condiciones precarias. Ya en aquel entonces, la dirección de la empresa tuvo claro que una crisis solo se puede superar conjuntamente. Por eso, la empresa compró negocios agrícolas, entre ellos el monasterio Paradies en Schlatt, cerca de Schaffhausen, para asegurar el abastecimiento de sus empleados y sus familias. Las colonias residenciales de la empresa, situadas cerca de las plantas en Alemania y Suiza, proporcionaban a la plantilla una vivienda asequible. Además, GF adquirió en 1918 la residencia ferial y de esparcimiento Wissifluh, junto al lago de los Cuatro Cantones, en el centro de Suiza, para que los empleados pudieran disfrutar de unas vacaciones económicas.
Una pandemia viral que afectó a muchos países del mundo tras la guerra, conocida como la gripe de 1918 o gripe española, también causó víctimas entre la plantilla de GF. Hasta 900 empleados faltaban cada día en las plantas suizas de GF, que, en aquel entonces, contaban con una plantilla de 3500 trabajadores. Los gastos médicos eran asumidos por la “asociación de apoyo a los enfermos” de la empresa, una especie de seguro médico empresarial, que había sido introducida por GF ya en los años 1860, mucho antes de que el seguro médico fuera obligatorio en Suiza.
Cuando se produjo una escasez de viviendas durante la I Guerra Mundial, GF decidió comprar, en el verano de 1916, la llamada casa de hospedaje en Schaffhausen, que sirvió de residencia para trabajadores solteros.
Los alimentos escaseaban durante la I Guerra Mundial. Pero en la enorme cocina de la casa de hospedaje se preparaba cada día una sopa caliente o nutritivos platos con carne para hasta 260 hambrientos empleados.
En 1918, GF adquirió el monasterio Paradies, cerca de Schaffhausen, para asegurar el abastecimiento de los empleados mediante los terrenos agrícolas que formaban parte del mismo.
La colonia vacacional Wissifluh de la empresa, en las montañas suizas, ofrecía descanso a los empleados. El nombre proviene del pico alpino en el que se halla, en el cantón de Lucerna.
Lo que para muchas personas era puro lujo a principios del siglo XX, GF lo hacía posible para sus empleados suizos en la residencia vacacional del lago de los Cuatro Cantones.
Los recursos escaseaban durante la I Guerra Mundial. Para poder utilizar las prendas de vestir el máximo tiempo posible y arreglarlas en caso necesario, GF ofrecía cursos de costura a las mujeres de los trabajadores y organizaba el cuidado de los niños durante ese tiempo.
A medida que los hombres iban siendo reclutados para la guerra, las mujeres fueron asumiendo una gran parte del trabajo en la planta de GF en la sede de Singen (Alemania), cerca de la frontera suiza.
En Singen, GF también tenía una casa de hospedaje para los trabajadores. Durante los años del conflicto bélico se alojaron allí soldados heridos de diferentes naciones.
La crisis económica mundial de los años 1930: innovación de productos y expansión
Tras la I Guerra Mundial, muchos países se beneficiaron del auge económico a principios de los años 1920. También GF se expandió y adquirió empresas en Alemania y Suiza del sector de la maquinaria, entre otros. En total, GF pasó a contar con siete sedes en Suiza, Alemania y Francia.
Sin embargo, en 1929, el crecimiento sufrió un abrupto final. El auge económico había conducido en EE. UU. a una sobrevaloración de las acciones y la burbuja especulativa explotó el 24 de octubre de 1929. La bolsa de Nueva York se desplomó. Para GF, como empresa exportadora, las repercusiones de la crisis económica mundial de principios de la década de 1930 fueron devastadoras, ya que no había pedidos. La reacción inmediata de GF fue intensificar el contacto con los clientes y contratar a representantes para conocer de primera mano las necesidades de los clientes y adaptar la producción en consecuencia. En 1933, GF, a iniciativa de un viajante de comercio, sacó al mercado cacharros de cocina GF de hierro fundido esmaltado, que se fueron convirtiendo en un éxito de ventas. De 1933 a 1968, GF fabricó las indestructibles ollas y cazuelas de hierro fundido en Suiza.
Durante la crisis, muchos países adoptaron medidas proteccionistas para proteger y fortalecer la economía nacional. Esto tuvo repercusiones para los centros de producción de GF en Suiza y Alemania. La exportación a Inglaterra y sus colonias, en aquel entonces el mayor mercado de exportación de GF, era casi imposible. Para no perder esta valiosa zona de venta, GF tomó una decisión que la propia directiva de entonces calificó de “osada”: en el punto más bajo de la crisis económica mundial, en 1933, GF invirtió una enorme cantidad de dinero para abrir en Bedford su propia fábrica de fundición maleable, la Britannia Iron and Steel Works Limited.
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De 1933 a 1968, GF fabricó cacharros de cocina de hierro fundido esmaltados. Franziska Eggimann, directora de la Biblioteca del Hierro y archivadora del Grupo GF, explica cómo se llegó a eso. Haga clic aquí para ver el vídeo.
Cambio de mentalidad en la crisis económica: en 1933, GF empezó a producir cacharros de cocina para el mercado suizo. Las ollas, cazos y sartenes de hierro fundido esmaltado se promocionaban con anuncios como este: Quien compra productos GF, asegura puestos de trabajo en Suiza.
Para la producción de los cacharros de cocina, GF desarrolló modelos propios que patentó. Aquí se ve a empleados de la planta de Schaffhausen rellenando los moldes con el hierro fundido.
La buena calidad tiene un precio, y los cacharros de cocina de GF costaban, según el tamaño y el modelo, entre 9 y 26 francos suizos, un precio nada desdeñable en aquellos tiempos.
Expansión a pesar de la crisis: en 1933, GF inauguró en la ciudad inglesa de Bedford su propia fábrica de fundición maleable, la Britannia Iron and Steel Works Limited. Una osadía que se vio recompensada.
Gracias a la producción local en Bedford, GF pudo seguir suministrando sus productos a Inglaterra y sus colonias, el mercado de venta más importante. Aquí se ve una imagen de la plantilla del año 1940.
II Guerra Mundial: solidaridad Suiza
Las sedes alemana e inglesa de GF se vieron fuertemente afectadas por la II Guerra Mundial. En los años siguientes a 1945, la plantilla de GF se mostró solidaria y unida. Muchos empleados suizos donaron a sus compañeros de Alemania e Inglaterra ropa, zapatos, alimentos y juguetes para los niños. Los paquetes humanitarios se transportaban a través de las fronteras en colaboración con el Comité Internacional de la Cruz Roja. Para el esparcimiento de los hijos de los empleados de dentro y fuera del país, GF organizó colonias vacacionales en las montañas suizas. Los costes anuales, de unos 100 000 francos suizos por la estancia de varios meses de varios cientos de niños de las sedes europeas de GF, corrían a cargo de la empresa.
Tras la guerra, no solo los alimentos estaban racionados a escala internacional. También era problemático el abastecimiento de materias primas, que GF requería con urgencia para la producción. Por eso, GF impulsó acciones de recogida de chatarra para reincorporarla al ciclo de producción. La chatarra, no obstante, no solo benefició a las plantas de GF, sino, sobre todo, a las pequeñas fundiciones, que sufrían aún más el impacto de la escasez de abastecimiento. Como las fuentes de energía también escaseaban durante la posguerra, GF participó asimismo en campos de turba, que suministraban combustible a los hornos de fundición.
Ya durante la II Guerra Mundial, GF se preparó para afrontar la posguerra. Así, por ejemplo, las fundiciones de acero de Schaffhausen (Suiza), que apenas se utilizaron durante los años de guerra, se ampliaron y modernizaron para poder volver a producir lo antes posible una vez se acabara la guerra. Las inversiones durante la guerra exigieron valor y confianza, pero al final merecieron la pena.
Cohesión interna: los empleados de la planta de GF en Schaffhausen donaron alimentos, ropa y juguetes a sus compañeros de la cercana Alemania. La entrega al otro lado de la frontera tenía que ser aprobada por las autoridades suizas y organizada por el Comité Internacional de la Cruz Roja. Este es uno de esos permisos, en forma de misiva urgente, del año 1946.
160 niños de Suiza y de otros países pudieron pasar varias semanas en los Alpes de Appenzell, en las montañas grisonas y en Suiza Central durante el verano de 1949 gracias a las colonias de GF. En cartas y poemas, los niños hablan de esos días de esparcimiento. La pequeña Margrit, por ejemplo, ensalza el cacao caliente, la mantequilla y la mermelada que desayunaban.
Tras la guerra, toda Europa y, por lo tanto, también Suiza, sufría escasez de materias primas, como por ejemplo el carbón. Por ello, GF participó en varios campos de turba con el fin de asegurarse el material combustible para sus hornos de fundición, pero no era una tarea fácil. En primer lugar, cada pan de turba se tenía que extraer del campo con una pala y ponerse a secar. A continuación, se apilaban en montones de seis a ocho unidades.
Locomotoras potentes, propulsadas con petróleo crudo, transportaban los montones de turba del campo directamente a la planta de GF en Schaffhausen. En cada viaje, un tren cargaba unos 3200 kilos de turba.
Con la mirada puesta en el futuro: GF aprovechó la depresión económica de la guerra para modernizar en 1942 la fundición de acero en Schaffhausen y así estar preparada para el auge tras la guerra.